Epilepsia en adultos mayores.




En nuestra época actual la expectativa de vida ha ido aumentando cada vez más, llegando en promedio hacia los 70 años de edad. Como consecuencia de esto, hemos visto como en las últimas décadas la frecuencia de aparición de enfermedades como la enfermedad cerebrovascular y enfermedades degenerativas como la demencia y la enfermedad de Parkinson se ha incrementado.

La epilepsia, que es una condición o estado crónico caracterizado por la aparición de ataques o crisis epilépticas, de manera repetida o recurrente, se asocia en gran medida a las enfermedades mencionadas anteriormente; lo que ha dado por resultado que haya aumentado la aparición de epilepsia en las personas adultas mayores o de la tercera edad en un pico casi similar a la otra época de la vida en que esta situación es frecuente como lo es en la infancia, especialmente en los primeros años de vida.  


A diferencia de los niños, en que las crisis son de tipo focal (involucran en un inicio una parte específica del cerebro) o generalizado (involucran desde un principio los dos hemisferios cerebrales), en los ancianos las crisis son predominantemente de tipo focal, frecuentemente originadas en los lóbulos temporales, en especial en su porción media donde está el hipocampo una estructura cerebral implicada en el manejo de la memoria y frecuentemente alterada en las enfermedades degenerativas o son originadas también con frecuencia en el lóbulo frontal.

Se manifiestan clínicamente de manera  habitual por aparición súbita de desorientación, confusión, suspensión de la actividad con desconexión, mirada perdida o fija, en otras ocasiones se puede asociar habla errática incoherente o trabada, esta última puede manifestarse como el único signo de la crisis, también pueden verse sacudidas o saltos en una extremidad, rigidez, debilidad, perdida o alteración de la sensibilidad en una mitad del cuerpo y seguido a estos signos pueden aparecer movimientos de sacudida y rigidez de las cuatro extremidades con pérdida de la conciencia. Posteriormente la persona puede quedar con somnolencia, cansancio y dolor generalizados por algunos minutos a horas. Ante la primera vez que se presenten algunos de estos eventos se deberá acudir a un servicio de urgencias lo más pronto posible. 

Las crisis epilépticas pueden ser no muy seguidas y en ocasiones se pueden confundir con otros estados como el síncope, encefalopatías por trastornos hidroelectrolíticos o metabólicos o con ataque isquémico transitorio cerebral, por la alteración de la conciencia o producción de déficits neurológicos como por ejemplo; debilidad en una mitad del cuerpo, trastornos del lenguaje o problemas sensitivos, a los que debe estar alerta el médico en el servicio de urgencias o en la hospitalización.

Dentro de las causas o etiologíasmás frecuentes de la epilepsia en el adulto mayor, están los ataques cerebrovasculares, demencia, infecciones del sistema nervioso central, trauma craneoencefálico y neoplasias cerebrales. Hay casos en los que las crisis epilépticas se producen por un trastorno metabólico como hipoglicemia, hiponatremia, etc.; en estos casos al tratar la causa de fondo, se tratan también las crisis epilépticas y estas no vuelven a presentarse si se mantiene corregido el factor desencadenante y por lo tanto no se consideran epilepsia y no ameritan tratamiento anticonvulsivante.

Los estudios principales que se practican para comprobar el diagnóstico y la causa de la epilepsia son la resonancia magnética cerebral, que puede mostrar la lesión cerebral productora de las crisis epilépticas, el electroencefalograma que puede mostrar alteraciones eléctricas de tipo epiléptico que ayudan a confirmar el diagnóstico y entre otros el estudio de líquido cefalorraquídeo que puede identificar una meningitis, exámenes de laboratorio, etc. Pero ante todo el diagnóstico es clínico, es decir se hace a través de un buen interrogatorio y examen general y neurológico al paciente.

En el tratamiento de las crisis epilépticas existen varios medicamentos denominados anticonvulsivantes, para el uso específico de cada uno de ellos se deben tener en cuenta varias consideraciones: Primero, las dosis utilizadas son menores a las que se usan en el adulto joven ya que el metabolismo en la tercera edad es más lento. Segundo, usar la medicación apropiada para el tipo de crisis epiléptica y la causa de la epilepsia, que no tenga tantos efectos secundarios que puedan afectar el funcionamiento mental o metabólico y, tercero, hay siempre que considerar que en el anciano se presentan ya muchos estados o enfermedades asociadas como problemas cardiacos pulmonares o renales y por lo tanto la medicación a utilizar no debe en lo posible interactuar con los otros medicamentos que reciba el paciente para sus otras enfermedades o que las empeore.

En conclusión, la epilepsia en el adulto mayor es cada vez más frecuente por el aumento de la expectativa de vida y el incremento secundario a esto de enfermedades o estados productores de crisis epilépticas, por lo tanto, siempre deberá tenerse en cuenta en el diagnóstico del paciente que acude a urgencias por alteraciones del estado mental o déficits neurológicos. El diagnóstico es esencialmente clínico y los exámenes paraclínicos ayudan a corroborar el mismo.

Los medicamentos anticonvulsivantes deberán usarse de acuerdo a las necesidades individuales de cada paciente y a  las enfermedades asociadas o comorbilidades que tenga el paciente y ante todo no debe olvidarse que aparte de recetar un tratamiento con medicaciones, es muy importante hablar al paciente y sus familiares sobre el tratamiento de la epilepsia que podrá durar varios años, asistencia a controles médicos, recomendaciones de no suspender abruptamente la medicación sin orden médica, no cambiar los medicamentos ni las dosis y en el caso de uso de genéricos usar siempre la misma marca, también explicar los cuidados a tener durante las crisis, el riesgo de trauma y fracturas y conocer el entorno social y emocional del paciente para el manejo de su epilepsia y de la enfermedad de fondo que la esta produciendo.


Dr. Daniel Nariño González
Neurólogo – Neurofisiólogo
Profesor asociado de Neurología
Pontificia Universidad Javeriana
 Clínica de epilepsia y programa de Cirugía de epilepsia
Hospital Universitario San Ignacio
 Bogotá – Colombia



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