Cuando se afronta el cuidado de un familiar con enfermedad crónica, es una experiencia de amor, de gran satisfacción que conlleva esfuerzo y dedicación, requieren múltiples intervenciones, que incluyen, las de salud relacionada con el manejo de signos y síntomas de una enfermedad con regímenes prescritos para problemas reiterativos e irreversibles como el dolor y la invalidez. Las sociales que contienen las reacciones al afrontamiento de la
enfermedad, las económicas relacionado con la tenencia y consecución de
recursos, que siempre se están
incrementando de forma constante e impredecible. Es así como en la mayoría
delos casos dicha experiencia es asumida, por un cuidador familiar de
quien nos olvidamos que permanece y asume
todo el cuidado.
¿Quiénes son las personas que cuidan?
En la generalidad de nuestras familias, es un
único miembro que asume la mayor responsabilidad del cuidado y es la mujer:
esposa, hija nuera hermana.
En cada familia hay un cuidador principal que
respondió espontáneamente o por necesidad, sin que se hayan llegado a acuerdo
explícito entre las personas que componen la familia. Cuando se asume se piensa
que va a ser una situación temporal, aunque frecuentemente, acaba siendo una
situación que dura varios años. Los cuidadores habitualmente deben atender
también necesidades del resto de la familia (esposo e hijos). Decidir dónde y
cuándo invertir los esfuerzos y energías es difícil, sobre todo cuando las
demandas de las personas son elevadas.
Los cuidadores se ven expuestos a muchas
emociones y sentimientos encontrados,
los positivas de satisfacción, por
contribuir al bienestar del ser querido,
los negativas, como impotencia, culpabilidad, soledad, preocupación, o
tristeza, cansancio, pueden haber consecuencias laborales con dificultades
económicas, por increméntenlo de gastos.
Además se provoca en el cuidador una reducción del número de actividades
sociales, de ocio, produciendo, sentimientos de aislamiento del mundo que lo rodea,
suelen tener problemas de salud por presión psicológica (sentimientos e
malestar, sensación de sobrecarga, depresión) relaciones familiares tensas,
sentimientos de impotencia, sentimientos de culpa, irascibilidad, tristeza,
censura de los otros familiares
cuidadores.
¿Qué hacer? Reconocerlos
Identificando su experiencia, sus necesidades, limitaciones y
potencialidades, fortalecer su conocimiento sobre el cuidado que da, orientar un estilo de vida saludable,
que permita recuperar el cansancio y las tensiones, aprender a sentirse bien,
tratar de aliviar la tristeza y la depresión, integrar con otras personas y familias que
estén viviendo situaciones similares, fortalecer sus apoyo y lo
más importante satisfacer sus propias necesidades
Son reflexiones que
motivan a familias, profesionales de salud e instituciones a tomar en cuenta a los cuidadores familiares
quienes son importantes, imprescindibles y valientes, deben ser fortalecidos en
su bienestar, permitiendo las condiciones posibles para cuidar
a su familiar por largo tiempo.
Lucy Barrera Ortiz
Profesor Titular
Facultad de Enfermería
Universidad Nacional de Colombia
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