Tradicionalmente hemos creído que
el corazón es el único órgano que puede sufrir un infarto o ataque. Desde niños
nos han sensibilizado que cualquier dolor en el pecho, independiente de la edad
de quien lo presente, pude ser un ataque cardiaco e inmediatamente nos alarmamos
y acudimos a un servicio de urgencias; lo cual puede ser una conducta prudente. Sin embargo, los neurólogos día a día vemos que muchos pacientes con ataques o
infartos cerebrales son llevados tardíamente a los servicios de urgencias, privándolos
de una atención oportuna y condenándolos a las graves secuelas e incapacidades
que deja esta enfermedad.

Un
conglomerado de células muy especializadas llamadas neuronas, celosamente
guardadas en una rígida urna llamada cráneo, ha logrado diferenciarnos de otras
especies, permitiéndonos pensar, crear e incluso soñar. Pero esta maravillosa
máquina requiere de un aporte constante de oxígeno y glucosa, substratos vitales que le
permiten la generación de la energía con la cual se dan todos esos procesos
neurológicos básicos y superiores.
Pero este constante fluido puede
ser interrumpido por procesos mórbidos que obstruyen su libre circulación y
priva de la irrigación a una parte del cerebro, desencadenando un proceso de
estrés energético que indefectiblemente desembocará en la muerte neuronal; si
no logramos reanudar lo más pronto posible la necesaria circulación.

No hay peor condena que perder la
autonomía, quedar confinado a los dictámenes de un déficit neurológico, pasar
de la situación de dominar todo a depender de todos.
No conozco una enfermedad que
aminore tanto al hombre como la Enfermedad Vascular Cerebral. Desde la
antigüedad los médicos la han comparado con un duro golpe y de ahí el término
de ictus o el mismo stroke en inglés.

El primero de ellos es la Hipertensión Arterial, enemigo
oculto que día a día ultraja la integridad vascular y hunde el acelerador en la
rápida avenida que conduce al infarto cerebral.
Se suma a esta lista la
diabetes, los niveles elevados de los colesteroles perjudiciales, las
enfermedades cardiacas, el tabaquismo, el abuso del licor y el ya haber
padecido un ataque cerebral o un amago de éste como lo son los Ataques
Isquémicos Transitorios (AIT); en los cuales el paciente durante algunos
minutos pierde una función neurológica como el habla o presenta una debilidad
efímera que es catalogada como banal y no merecedora de urgencia médica. Pues
este terrible y aparente inocuo síntoma es el heraldo más importante del
infarto cerebral.

Cuando uno de estos síntomas se
presente, tenemos inmediatamente que llamar a la línea 123 o a un servicio
especializado de trasporte médico o ambulancias. El porqué a ellos, obedece a la necesidad de un traslado
orientado hacia aquellos centros hospitalarios en capacidad de atender la
urgencia neurológica y no a cualquier centro de urgencias. Quedan atrás las
conductas de llamar primero al vecino médico o salir corriendo de manera
desorientada a buscar centros de salud o droguerías o montar al paciente a un
taxi para llevarlo no sé adónde y perder con ello un tiempo valioso y limitado
en el que los médicos pueden salvar ese tejido cerebral en inminente muerte que
de ahora en adelante llamaremos ventana terapéutica.
Se debe llegar lo más pronto
posible a centros en capacidad de diagnosticar y tratar rápidamente un Ataque
Cerebro Vascular y se cuenta con poco tiempo. En líneas generales durante la
primera hora (hora de oro) la familia o el paciente deben reconocer lo qué le
está sucediendo y llegar en ese término al servicio de urgencias. Durante la
siguiente hora un equipo médico debe reconocer la enfermedad, diagnosticarla e
iniciar el tratamiento específico para desobstruir la arteria comprometida.
Si no actuamos de esta manera la
Enfermedad Vascular Cerebral continuará cobrando víctimas y siendo la primera
causa de discapacidad en el adulto y la tercera de mortalidad en el mundo
occidental.
Javier Torres Zafra, MD
Médico Neurólogo
Ex Presidente Asociación Colombiana de Neurología
Neurólogo Fundación Clínica Abood
Shaiojavier.torres@shaio.org
Médico Neurólogo
Ex Presidente Asociación Colombiana de Neurología
Neurólogo Fundación Clínica Abood
Shaiojavier.torres@shaio.org
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